El camino comienza junto al acogedor albergue de San Nicolás de Bujaruelo, un enclave histórico que marca el inicio de una ruta inolvidable. Desde aquí, tomamos una pista de grava que discurre en paralelo al río Ara, ofreciendo un paseo tranquilo entre bosques y praderas. Pronto alcanzamos la fuente de la Femalla, un lugar perfecto para hacer una breve pausa antes de iniciar el ascenso.

A partir de este punto, la pista comienza a ganar altura de forma progresiva hasta llegar a una puerta para el ganado, que cruzamos para adentrarnos en el Valle de Otal, una auténtica joya del Pirineo. Ante nuestros ojos se despliega un impresionante paisaje de origen glaciar, dominado por la imponente Sierra de Tendeñera. La característica forma en «U» del valle deja claro su pasado glaciar, mientras que el serpenteante río Otal, alimentado por los deshielos del Circo de Otal, recorre este paraje virgen hasta unirse más adelante con el río Ara.

Continuamos nuestro recorrido a través de una extensa recta que atraviesa el valle, brindándonos una panorámica espectacular con los picos de Tendeñera, la Peña de Otal, el pico Turbón y la Peña de Ordiso en el horizonte. En cada paso, el entorno nos sorprende con la presencia de marmotas asomando entre las rocas, vacas pastando en libertad y una rica variedad de flores silvestres que tiñen de color los prados alpinos.

Al final del valle, un pequeño sendero nos conduce a un rincón mágico: un conjunto de cascadas y pozas de aguas cristalinas donde el sonido del agua crea una atmósfera de serenidad absoluta. Desde aquí, regresamos por el mismo camino.

Se trata de una ruta sencilla, ideal para toda la familia, sin apenas dificultad y con paisajes que parecen sacados de un cuento. Una experiencia única que combina belleza natural, tranquilidad y el encanto de uno de los rincones más especiales del Pirineo.

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