Esta preciosa y accesible ruta comienza directamente desde el encantador pueblo de Cerler, uno de los balcones naturales más bonitos del valle de Benasque. El recorrido, perfectamente señalizado, arranca por un camino empedrado que serpentea entre densa vegetación, haciendo una breve parada en la ermita de San Pedro, un rincón con encanto ideal para iniciar el paseo.

Enseguida llegamos a  un pequeño puente, el sendero se transforma y comienza el verdadero espectáculo natural.

El río Ardonés se convierte en protagonista, y al fondo del valle comienza a asomar la imponente Cascada de Ardonés, la primera y más impresionante de las tres que se visitan en esta ruta. Un puente de metal justo al pie de la cascada permite cruzar, aunque no es raro acabar ligeramente empapado, ya que el agua rompe con fuerza muy cerca del sendero. El terreno en este punto es algo resbaladizo por la humedad, pero un cable instalado como pasamanos facilita el paso de forma segura.

Tras este emocionante tramo, la ruta continúa por la ladera opuesta, desde donde se observan dos pequeñas cascadas adicionales, menos caudalosas pero igualmente integradas en un paisaje de alta montaña que cautiva por su amplitud.

El camino de regreso a Cerler discurre por amplios prados alpinos y vistas abiertas hacia el valle, brindando un contraste perfecto con el tramo inicial. Es una excursión ideal para la tarde, cuando el sol ilumina las cascadas de frente y la luz resalta la belleza del entorno. Sin duda, una ruta imprescindible para los amantes del agua, la montaña y la fotografía.